Tuvo un presentimiento. No sabía si era bueno o malo, simplemente que algo ocurriría esa noche.
La Luna estaba menguante, las estrellas que no habían sido ocultas por las nubes brillaban tenuemente. Pero algo en ese cielo le produjo cierta calma. Se paró un instante para respirar hondo y sentir la primera racha de brisa otoñal sobre su rostro cuando de repente... sucedió.